Tratamiento relajante [libre]

Nada mejor que tomarse un día libre para ir a un salón de belleza.

El estrés que a una le provoca el colegio no es algo bueno para la salud, ni mental ni corporal. Pagar un buen tratamiento que relajara mis músculos y mi cabeza me vendría de las mil maravillas.

Salí de mi casa. Iba vestida de manera sencilla, a lo que yo podía denominar sencillo: unos jeans que había adquirido la semana anterior, una blusa rosa con escote en v y pequeños volados que le daban un toque delicado, y unas lindas converse negras, me encantaban esas zapatillas. El cabello lo había dejado suelto, salvo por una pequeña invisible que mantenía un mechón rebelde en su lugar.

No quedaba muy lejos, así que decidí caminar en lugar de usar la limosina. Recta, con pasos controlados y la vista al frente, como me habían enseñado.

Con la poca gente que me crucé intercambié un cordial "Buenos días", acompañado de mi perenne sonrisa.

Cuando llegué al lugar ingresé y cerré la puerta tras de mí.

— ¿Buenos días? —pregunté, un poco confundida puesto que no había nadie a la vista — ¿Hay alguien?

No me había percatado de que no estaba totalmente sola.

Una voz femenina, como la que cabía esperarse en un lugar como el SPA, me respondió al saludo desde un sillón que había a un costado de la sala de espera. Parecía querer ser amable, pero algo en su rostro me dijo que estaba algo molesta. Bueno, era normal. El SPA era un buen lugar para relajarse, sobre todo después de un día complicado. Quizás aquella chica hubiera tenido una mala tarde.

— Ah, hola —respondí, con una nota avergonzada en la voz —. No te había visto allí —mencioné a modo de disculpa, aunque no sabía bien por qué estaba disculpándome.

La muchacha volvió la vista a la revista que tenía sobre sus piernas, dió vuelta a la página, y luego se quejó un tanto de quienes atendían el lugar.

Torcí el gesto. Parecía que iba a tener que esperar más de lo planeado.

Suspiré y luego tomé asiento en la butaca que se encontraba al lado de la chica.

— Oh, bueno, ¿qué se le puede hacer? — murmuré retóricamente.

Callé unos instantes, mirando a mi alrededor en silencio, moviendo los dedos golpeteando mi regazo, sin hacer ruido. Pasado unos minutos no aguanté más tanta quietud.

— Me llamo Amelie — me presenté a la desconocida —. ¿Hace mucho que esperas? —le pregunté, buscando sacar un tema de conversación.

Sonreí, en parte agradecida por que tanta quietud estaba comenzando a volverme loca. El que se decidiera a continuar la conversación, y no sólo limitarse a responderme, quería decir que al menos no nos aburriríamos tanto, sumiéndonos en un silencio intensamente insoportable.

— Ya somos dos — respondí con una sonrisa un tanto cohibida, todavía me era difícil soltarme, y claro, esa chica, si bien lucía simpática, era una desconocida aún para mí.

Pensé, reflexionando sobre su pregunta. Había ido para relajarme, para desestresarme de muchas cosas. ¿O era una sola?

— En realidad, no estoy segura —respondí con franqueza—. Para relajarme, supongo, pero no sé bien por qué, en realidad —quedé pensando unos instantes, con la mirada en la nada durante unos segundos. En seguida caí de nuevo en la realidad, recordando que estaba hablando con alguien — ¿Y a tí?

Sonreí. Era un poco más mimada de lo que me parecía, pero eso no cambiaba para nada el hecho de que me agradara. A fin de cuentas, no podía negar que en cierto modo yo también era una niña consentida.

—Es bueno saber que una no se pierde de conocer gente aún en un lugar como este —comenté, a modo de respuesta, aunque en sí no lo era.

Callé unos segundos. No encontraba tema de conversación. Eso me incomodaba y me hacía sentir estúpida, en cierto modo. Luego de pensar unos instantes, solté lo único que había saltado a mi cabeza.

—Y... ¿hace cuanto vives en Forget?

Qué pregunta tan estúpida, ¡por favor! Pero era una duda que me había surgido en el instante, algo que en realidad me gustaría poder esclarecer.




[Off: mil perdones que hace mil que no estoy por acá :S]